Arte, música y paseos en barco para despedir al sol en la costa gaditana

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El sol se convierte en una bola roja incandescente y se hunde lentamente en el mar. Y en la costa de Cádiz, la gente acude a la playa, al campo, a los chiringuitos y hasta se concentra en una fortaleza para celebrarlo.

Unos miran al mar como el que despide a barco. Otros aprovechan para hacer yoga. En la capital, en el castillo de Santa Catalina, todos los miércoles desde julio hasta agosto el sol de despide al compás del flamenco, de la poesía, de la danza. Cada día tienen su afán y cada puesta de sol también. La fortaleza se adentra en el mar, el sol también y los gaditanos aguardan con música de fondo a que el sol se esconda. Al final todos aplauden al sol como si esta vez lo hubiera hecho mejor que nunca y se van paseando por la playa de La Caleta y el barrio de la Viña.

En Chiclana, un barco sale todas las tardes para ver cómo se pone el sol en torno a la silueta del islote de Sancti Petri, desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre. La “Pepa Cádiz” sale del puerto, se introduce en el parque natural de la Bahía de Cádiz y se detiene frente al islote dónde la mitología cuenta que Hércules tenía su templo. Si el héroe separó el continente europeo del africano, no es de extrañar que tuviera su santuario en esta isla que se encuentra a sólo una milla de la costa y a 38 del Estrecho de Gibraltar.

La Pepa Cádiz se para cerca de la isla, y absortos, los viajeros contemplan cómo el sol se desliza sobre la silueta del castillo. No es una ilusión óptica sino la magia de la naturaleza. “Podría ser la humedad” comenta Javier Ramírez, armador del barco, para el que sigue siendo un misterio que este sol se ponga rojo y te invite a mirarlo de frente. Ni la mejor fotografía es capaz de reproducir cómo se esparcen las ondas azules por el Atlántico y el resplandor del sol poniente se transforma en una luz roja y anaranjada, púrpura y rosa también. El fenómeno tiene nombre –efecto Rayleigh- pero no la emoción que produce contemplar esta luz crepuscular sobre la lámina de agua.

El sol cae de izquierda a derecha, suavemente y parece que va rodando, bordeando las ruinas del castillo, flotando en el aire hasta que se hunde. Pero queda la satisfacción de haber asistido a un espectáculo siempre único aunque el sol se levante cada día. Javier lo sabe bien, por eso las visitas marítimas se adaptan a los caprichos del sol. La Pepa Cádiz sale todos los sábados de junio a las nueve de la noche y en julio todos los días excepto los martes.

En agosto hay que embarcar a las ocho y media y en septiembre, como anochece antes, a las ocho de la tarde. Eso hasta mitad de mes, época en que la que partirá sólo a las siete y media de la tarde y sólo los sábados.

Este rincón andaluz está colmado de leyendas porque hasta él llegaron personajes de la antigüedad tan relevantes como Aníbal o el emperador romano Julio César. También cuentan que en Sancti Petri se alzaba un santuario fenicio consagrado a Melkart. Los navegantes que llegaron a estas costas hace unos 3.000 años le rendían culto y a pocos kilómetros fundaron Cádiz, la capital de la provincia, la abuela de Occidente.

El paseo por este parque natural marítimo siempre dura un hora y el precio oscila entre los 12 € para los mayores y 6 € para los niños de entre 6 y 12 años. Los mayores de 65 tienen un descuento del 20 % y los niños viajan gratis hasta los 5 años incluidos. www.albarco.com

Atardeceres salineros

Hasta que lleguen las primeras lluvias, las salinas viven su máximo esplendor, que en los atardeceres adquieren una inesperada gama de colores. Es tiempo de cosecha, de caminar entre montañas de sal y disfrutar de este recorrido al aire libre. Para conocer cómo cae la tarde entre salinas y más que nunca huele a mar, una buena opción es dirigirse a Sanlúcar de Barrameda por la carretera de Bonanza a Monte Algaida.