Es la más antigua de España y quiere ser declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. Refugiada en los recios muros del castillo de la Mota, la reina Isabel paseaba su tristeza y contenía sus dolores.

Enrique Sancho
El fallecimiento de su hijo y el aborto de la esposa de éste, la muerte de su adorada primogénita Isabel y su nieto Miguel, la locura de Juana y la incertidumbre de su hija Catalina tras la muerte de su esposo inglés, la tenían sumida en una profunda pesadumbre que hizo que vistiera de luto riguroso. A ello se unían los dolores del cáncer de útero que padecía y las preocupaciones del que empezaba a ser el gran Imperio español.

Entre las almenas, los patios y las torres del sólido baluarte, Isabel se refugiaba en su espiritualidad y esperaba con resignación su muerte. Pidió a sus súbditos que no rezaran por su recuperación sino por la salvación de su alma y acogía las malas noticias con entereza: «El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea su santo nombre», dijo al saber la muerte de su hijo. Seguramente allí, o en el palacio de la villa donde finalmente murió, alguno de los sacerdotes que la reconfortaban, le hablaría de la tradición religiosa de la villa de Medina del Campo, y de la visita de San Vicente Ferrer, casi cien años atrás, en 1.411, cuando instituyó las primeras procesiones de Semana Santa. Tal vez la reina pudo presenciar alguna de ellas.

Porque, en efecto, en esa fecha, hace ahora 600 años, el que fuera conocido como “martillo de herejes”, estuvo en Medina del Campo y en ella instituyó por primera vez en España las llamadas “procesiones de disciplina”, según se recoge en numerosas fuentes documentales. No hay más noticias relacionadas con el tiempo de Pasión hasta más de un siglo después, cuando se funda en el convento dominico de San Andrés la Cofradía de la Santa Vera Cruz, San Andrés y San Vicente Ferrer cuya regla es aprobada en 1544. A mediados del siglo XVI aparecen documentadas las procesiones penitenciales encuadradas en dos grandes cofradías de gran tradición, bajo las advocaciones de la Vera Cruz y de la Quinta Angustia de la Virgen.

600 años después

La evolución de las procesiones en Medina del Campo fue irregular, pero ya en tiempos recientes adquirió un empuje singular. En 1983 se funda la Junta de Semana Santa por acuerdo de todas las cofradías y comienza la recuperación del evento más importante de la villa durante todo el año, y en el que, a diferencia de otras localidades, la mayor parte de sus participantes es gente joven. Diez años más tarde la Semana Santa medinense es declarada por la Junta de Castilla y León de Interés Turístico Regional, y en 2005 de Interés Turístico Nacional. Ahora está a punto de conseguir el reconocimiento internacional. En todos los casos, además de su larga tradición, se tiene en cuenta el pasear por sus calles uno de los conjuntos escultóricos más sobresaliente de la imaginería procesional renacentista española.

La Semana Santa de Medina es una de las fiestas más profundas y arraigadas que se celebran en España, y en ella se recuerda la pasión y muerte de Jesucristo. Las calles se convierten en escenarios de fervor y devoción religiosa, en los que se entremezclan el duelo y el recogimiento al recordar la muerte de Cristo, con la música, el arte, el colorido y la magia de las procesiones, desfiles solemnes en los que numerosas personas acompañan a las imágenes religiosas. En la actualidad, unos 3.000 cofrades acompañan a 30 pasos en 14 desfiles procesionales que recorren las calles del municipio, en silencio y con recogimiento. Este año llega más temprana que nunca ya que se ha programado una Magna Procesión Extraordinaria para la noche del sábado 9 de abril, ocho días antes del comienzo de la Semana Santa.

Se trata del acto central del VI Centenario, en el que por primera vez en la historia todas las cofradías de la villa acompañarán a sus pasos titulares por las calles y plazas de Medina del Campo. Además, se recupera para la ocasión la imagen de San Vicente Ferrer de la desaparecida Iglesia de la Vera Cruz, hoy en la Parroquia de El Carpio. Un protagonismo especial tendrá la imagen “Cristo en brazos de la muerte”, que representa una nueva iconografía procesional en España y en el mundo, que será portada por cofrades de todas las cofradías de la villa. Es una imagen horizontal de dos metros y medio realizada sobre un tronco de nogal que representa a Cristo muerto entre los brazos de la muerte, simbolizado sin rostro sobre un sudario, del escultor zamorano Ricardo Flecha Barrio y realizada por encargo expreso del Centro San Vicente Ferrer.

Cuando el silencio se escucha

Aunque desde el viernes de Dolores y en los primeros días de la Semana Santa se suceden las procesiones y actos religiosos y festivos, es el Jueves Santo cuando comienzan las procesiones más emotivas. Un rumor de pasos y redobles destemplados de tambores, rompen el silencio por las calles que confluyen en la Plaza Mayor de la Hispanidad. Conocida popularmente como Procesión de los Faroles, puesto que todos los cofrades desfilan alumbrado con sus faroles las distintas imágenes, se inicia puntualmente cuando el reloj de la Colegiata da las 11 de la noche. Un impresionante silencio que se puede palpar en el ambiente, acompaña todo el recorrido que tiene su culminación en la Plaza Mayor de la Hispanidad cuando en la oscuridad de la noche a la luz de los faroles, el silencio queda roto por el canto del Miserere.

Es quizás, la más emocionante de las procesiones que celebra la Semana Santa de Medina, recuperando así la antigua procesión de los “Pobres”, de la cofradía de la Vera Cruz.

En la madrugada del jueves al viernes, la cofradía del Descendimiento traslada el Cristo de Santa Clara desde la iglesia de San Miguel hasta el monasterio de Santa Clara, realizando diversos actos penitenciales durante el recorrido por el barrio de la Mota y pasando por el espectacular Castillo de la Mota, joya de la arquitectura europea renacentista y Monumento Nacional desde 1904, conformando así la procesión de Sacrificio, una de las tres que tienen lugar el día de Viernes Santo.

La segunda procesión, denominada del Encuentro, parte de la colegiata de San Antolín, con los pasos de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Virgen de la Soledad, acompañados por todas las cofradías, con sus respectivas bandas de cornetas y tambores. Cada imagen realiza un recorrido diferente, para encontrarse finalmente en la plaza Mayor, donde el hijo se inclina ante su madre, mientras los espectadores sienten una profunda emoción. Es una de las procesiones con más carisma y devoción a la que asiste gran cantidad de público que se concentra en la plaza para escuchar la meditación pronunciada por un sacerdote cuando se produce el Encuentro.

La última procesión del día es la del Silencio, tan popular en otros lugares de Castilla. A ella acuden todas las cofradías con sus pasos, congregados en la plaza Mayor de la Hispanidad y es el máximo exponente de la imaginería renacentista que caracteriza a las procesiones de Medina del Campo. En ella desfilan por las calles y plazas de la Villa de Ferias una de las colecciones de imágenes de Cristo del siglo XVI más espectaculares de España.

Los desfiles procesionales finalizan el Domingo de Resurrección, cuando tiene lugar el Encuentro entre Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría, junto al Sepulcro Vacío. Tras el encuentro en la plaza Mayor, inician la procesión todas las cofradías, con disparo de cohetes y suelta de palomas y globos, mientras las bandas de cornetas y tambores interpretan el Himno de la Alegría.

Para reponer fuerzas

Los medinenses y las gentes que acogen en estos días viven la Semana Santa en la calle, pero hay otro escenario fundamental que justifica el recuerdo entrañable de estas fechas: las reuniones de amigos y familiares. Es ahí donde, al calor de la conversación, la gastronomía de esta tierra se erige como protagonista. La Tierra de Medina es una comarca dedicada a la agricultura y a la ganadería en la que los productos de la tierra son la base de su gastronomía. Lo que fundamenta la cocina medinense no es la sofisticación de sus recetas sino el uso de una materia prima de calidad que se puede disfrutar en cualquiera de sus productos. Original y auténtica de por sí, los días de Pasión se viven en torno al sabor del potaje de garbanzos y el bacalao cocinado de mil formas en los fogones de la villa: al ajo arriero, al pil-pil, en salsa verde…

La tarde de Jueves Santo es costumbre antigua recorrer siete iglesias visitando al Santísimo en los altares preparados para ello. Pero también es antigua costumbre recorrer siete iglesias, en este caso de techo bajo, es decir, bares, mesones o tabernas donde hay que “matar judíos”, frase probablemente inspirada por Vicente Ferrer, que no es otra cosa que beberse un vaso de limonada, como se dice en Medina, o de sangría como se conoce en otros lugares. Buen vino de la tierra, limones macerados y azúcar para preparar esta bebida dulzona que se puede acompañar con una torrija, regada con miel o con almíbar que es el postre que no puede faltar estos días en ningún hogar medinense.

Y al llegar el Domingo de Pascua, un buen lechazo de la tierra o un cochinillo asado al horno de leña al estilo de Medina. Por supuesto todo ello regado con buen vino de los muchos que da la tierra. Y si de endulzarse la vida se trata, nada mejor que acercarse al obrador del convento de las Madres Clarisas donde los empiñonados, las pastas de te o los hojaldres harán las delicias de los más golosos. Este año de celebración, la “capirocada”, nuevo dulce artesanal de pasta con chocolate y una pequeña cocada, completará esta golosa oferta durante la Cuaresma y la Semana Santa

Más cosas que ver

La celebración de 2011 viene marcada, además de por su redondo centenario, por la apertura de un Centro Cultural para la divulgación de las Procesiones de Semana Santa en el mundo, que lleva el título del dominico valenciano San Vicente Ferrer, que se completa con el Centro de Documentación en el Palacio Real Testamentario de Isabel la Católica. El proyecto se basa en nuevas tecnologías y con un carácter interpretativo riguroso e innovador, que invita al visitante a realizar un pequeño viaje a través de los sentidos al origen de la Semana Santa y a lo que representa para los españoles. Cuenta también con un espacio reservado a la Semana Santa de Medina del Campo y es el punto de partida de visitas guiadas al patrimonio religioso de la Villa, siguiendo las Huellas de Pasión y permitiendo descubrir así todos los rincones de los templos, conventos y ermitas del municipio, y por supuesto, su patrimonio procesional, la espectacular imaginería renacentista de la Semana Santa de Medina del Campo, en sus propios lugares de culto.

Además, desde mayo de 2011 Medina del Campo, junto con la vecina Medina de Rioseco, acoge “Passio”, exposición que abrirá un nuevo ciclo de Las Edades del Hombre en la iglesia de Santiago el Real, modelo universal de los templos jesuitas, en la que se mostrarán 180 obras del patrimonio artístico de la Iglesia que ofrecerán la representación cronológica de la pasión de Cristo en el arte de Castilla y León. Más del 85 por ciento de dichas obras no han estado en ninguna de las ediciones anteriores de Las Edades del Hombre. La exposición permanecerá abierta siete meses, de mayo a noviembre de 2011.

Más información:

www.medinadelcampo.es
www.semansantamedina.com
www.centrosanvicenteferrer.es