A tan solo tres horas y media de Madrid haciendo escala en Lisboa nos presentamos en la isla de Faial, una de las nueve islas que componen el archipiélago de las Azores, y punto estratégico fundamental para visitar el resto de las islas. Una curiosidad es que en las islas Azores no hay azores, ni prácticamente rapaces. La característica principal de este conjunto de isla es su origen volcánico y su clima subtropical lo que confiere a las islas un paisaje verdoso con una vegetación exuberante y una temperatura muy agradable, aunque no se le olvide llevar el chubasquero.

Texto y fotos: Begoña Martínez

 

Nuestro viaje comienza después de descansar y dejar las maletas en el hotel, siempre que no se le olvidan a la compañía aérea como nos sucedió a nosotros, que tuvimos que esperar hasta el día siguiente para tener nuestros enseres a buen recaudo. Después de estas vicisitudes al día siguiente nos dirigimos en barco a la Isla del Pico: sale cada hora desde Faial y la travesía dura unos 20 minutos. La isla del Pico es la segunda isla más grande del archipiélago de las Azores; aquí alquilamos un coche para conocer la isla y visitamos el Museo de la Ballena en Lajes de Pico (advertencia los lunes esta cerrado).

En la isla todavía quedan vestigios de la industria ballenera, pues hasta finales de los 80 las empresas balleneras funcionaban a pleno rendimiento hasta la prohibición de la captura de este cetáceo emblemático para todo el archipiélago de las Azores. En la isla de Pico, además del culto a la ballena, se cultiva su famoso vino en tierras de lava, de ahí su singular sabor terroso. Encontramos las dos variedades de blanco y de tinto con una producción limitada.

Si algo debemos destacar de esta isla es su propia naturaleza: da la sensación de encontrarnos en un inmenso jardín botánico con helechos gigantes, como si nos encontrásemos en el Jurásico: solo faltaban los dinosaurios. Otra actividad a desarrollar en la isla es hacer una excursión a la montaña Pico, que como su propio nombre indica, da nombre a la isla.

El segundo día lo aprovechamos bien. En primer lugar contratamos una excursión para avistar ballenas –esta actividad la han aprovechado los antiguos pescadores de ballenas, que han sustituido su actividad pesquera por el turismo – y pudimos disfrutar de las cabriolas de los delfines y de la enormidad del cachalote: resulta emocionante y apoteósico. Además, en Faial fuimos a ver la Caldeira, que es el cráter de un volcán que resulta sobrecogedor y además tuvimos tiempo para ir a visitar Capelinhos, que son los restos de una erupción volcánica que hubo en los años 50 y que hizo que parte de la población de Faial emigrara a los EEUU.

El tercer día abandonamos Faial y nos dirigimos en un vuelo interno hasta la Ponta Delgada, capital de la isla San Miguel. La mayor de las islas Azores es también la más importante y es conocida como La Isla Verde por sus inmensas praderas. Aquí estuvimos cinco días recorriendo la isla y disfrutando de sus numerosos lagos que encontramos en los cráteres de los volcanes: a destacar el de Lago do Fogo y Sete. Todo lo que vemos alrededor es naturaleza salvaje.

De mi viaje a San Miguel me llevaré siempre la amabilidad de los lugareños y sobre todo nuestra visita a las Furnas, aquí comimos una especie de cocido sabrosísimo hecho dentro de la tierra. Además vimos plantaciones de té –por cierto buenísimo- y visitamos la fábrica donde se elabora el Cha Gorreana de reconocida fama mundial.

Lo cierto es que en las Azores se pueden disfrutar de numerosas actividades: senderismo entre flora exuberante contemplando maravillosas cascadas, baños termales, deportes náuticos como el buceo y la pesca deportiva. Por todo ello merece la pena descubrir estas islas y pasar una semana emocionante con constantes cambios climáticos y paisajes de ensueño.

Nota:

La solución mejor para conocer las islas es alquilar un coche en cada isla.

Más información: www.visitportugal.com