El pintor Patricio Hidalgo homenajea a la soleá de Alcalá y a sus creadores con un recital pictórico en el que también participaron Rosario La Tremendita y Tomás de Perrate
Pocas veces el arte tiene la posibilidad de escapar al valor monetario y privativo con el que se suele presentar. La obra está básicamente destinada a ser disfrutada por quien tiene la posibilidad de comprarla o de pagar por el acceso a su contemplación. Romper con ese secuestro es uno de los objetivos de una original experiencia pictórica que se ha desarrollado en el humilde barrio gitano de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) para devolver al pueblo, de forma plástica, su propia creación musical tras someterla a un proceso de intelectualización transformadora.
Texto: Manuel Moraga y Patricio Hidalgo.
El flamenco es una de las manifestaciones culturales más importantes del mundo. Su música se considera culta por su riqueza y complejidad y sus expresiones dancísticas han logrado hacerse un hueco en los más importantes teatros junto a al ballet clásico o al contemporáneo. Sin embargo, conviene no olvidar que el flamenco nació en ambientes desfavorecidos donde el infortunio se aliviaba mediante la sublimación artística del sufrimiento. Sin propósito ni conciencia, lo popular se elevó a arte al tiempo que la profesionalización del género, entre otras razones, significó también una distancia entre la originaria geografía flamenca –sobre todo gitanerías- y los espacios de representación del flamenco.
El ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra ha impulsado una interesante iniciativa que reconcilia al flamenco con su origen revalorizando el contexto en que se fraguó, y lo hizo de la mejor manera posible: a través del arte. El pintor Patricio Hidalgo ha protagonizado Que Hablen los Muros, un recital de pintura sobre las paredes en desuso del barrio de San Miguel-El Castillo, donde echó raíces la familia gitana de Los Gordos, creadores y transmisores –sobre todo Joaquín el de la Paula- de unas modalidades de cantes por soleá que se conocen genéricamente como soleá de Alcalá.
Las intervenciones de Patricio Hidalgo han dotado de significado artístico a elementos arquitectónicos muertos: fachadas de edificios abandonados, muros de ladrillo visto que cercan espacios vacíos, rincones… Espacios sin alma que el artista ha transformado en una galería abierta al pueblo. Son obras destinadas a acompañar la vida de sus vecinos y a sufrir con ellos el paso del tiempo hasta desaparecer porque, al fin y al cabo, el arte es también la vida. Pero mientras tanto, esas pinturas quedan al alcance la gente, sin posibilidad de trasladarlas, venderlas o privatizarlas. La obra de arte se integra en la calle como parte del paisaje y de la vida del barrio con el fin de potenciar su valor simbólico y contemplativo.
Patricio Hidalgo Morán es un artista curtido al aire de lo jondo. Nacido en Ibiza, pero de ascendencia ‘morisca’, se tituló en Bellas Artes en las facultades de Barcelona y Sevilla y terminó instalándose durante algunos años en la localidad paterna (La Puebla de Cazalla) para convivir con el flamenco, una expresión que su familia también había cultivado, como tradicionalmente fue costumbre en las barberías andaluzas. Hoy Patricio Hidalgo vive en Sevilla desarrollando su concepto de pintura en interacción con la música y la poesía. Pero entre el 10 y el 14 de noviembre del pasado año se sumergió en el barrio de San Miguel-El Castillo de Alcalá de Guadaíra para afrontar este nuevo reto artístico en el que su pintura ha comulgado con la música, la poesía y, sobre todo, con la gente. Este es el testimonio de su propia experiencia en forma de diario:
Martes 10
Amanezco en Alcalá de Guadaíra para pasear por el barrio San Miguel. Con muchas ideas en la cabeza pero ninguna concreta. Siempre se empieza por el caos. Dejamos trastos en la asociación de vecinos Tres Arcos para andar más ligeros de peso por estas calles empinadas. Pronto empezamos a notar calorcito: hace unos días llovía a chaparrones y suplicábamos buen tiempo para realizar el proyecto … ahí lo tenemos. Hay una pared cerca de un arco que me interesa, hay cosas escritas y eso la hace más sugerente. ¿Qué podría hacer en ella?. Es mi primera intervención y quiero entrar con buen pie. Hay duda. ¿Pinto para el pueblo o pinto para mí? ¿Qué imagen puedo crear? ¿Flamenco, algo popular, un retrato? Al cabo del día tengo la sensación de que no ha ido del todo mal. Ya se ha roto esa barrera de la nada.
Miércoles 11
La gente de este lugar ya sabe algo más de mí. Ya escucho por las esquinas: ¡Ahí viene el pintor! Hay un punto trágico y perecedero en lo que estoy haciendo que me gusta. Este lugar tiene algo mágico y quiero sacar a la luz historias de este lugar que me inspiran. Empiezan a contarme anécdotas de Joaquín de la Paula y Manolito María. Por aquí pasearon, por aquí vivieron, en una de estas cuevas: por aquí… Hoy ha sido un día estimulante. Los pinceles y sprays han trabajado maravillosamente. Mi alma esta llena, mi cuerpo cansado.
Jueves 12
Retrato de Joaquín el de la Paula. Para ello posa un vecino, se llama Rosendo y tiene la cara con más bonhomía que he visto en mucho tiempo. Creo que está orgulloso de su colaboración. La dueña de la casa que me ha cedido su blanca pared lateral para esta intervención lo ha dudado por un momento. Pero en cuanto le hablamos de posible beneficio para sus ventas, aceptó. Los del barrio la llaman “La Espabilá”. Al mediodía acabo en un colmado, casa, bar…(aun no está definido como negocio). La propietaria me dice que si puedo poner el nombre del bar, a lo que contesto que por supuesto. PRETÓRICO es el nombre. Dudo de si me lo está diciendo mal, o si realmente es así. Le pregunto a la mujer (La Pretórica) y me contesta: Sí, ya sé que se dice pletórico, pero yo digo “pretórico”, así que pon El Pretórico. Tuve que callar por torpe. Esta intervención -o no sé si llamarla intervención- fue la más celebrada y comentada.
Viernes 13
Retrato de Manolito María. Hay unas vistas impresionantes. Ahora comprendo por qué tantos paisajistas vinieron a mover sus pinceles aquí para inspirarse. Decido intervenir en una esquina que me gusta. Buscamos al dueño y resulta ser un gran aficionado al flamenco y también me informa de que están creando una peña nueva que se va a llamar “El Puchero”. Me invita a que en su día decore la sede, a lo que respondo que por supuesto. Cuando estoy acabando el dibujo, se da cuenta de quien es el retratado y me dice ¿Ves ese hueco que hay ahí? Ese agujero fue la cueva donde murió Manolito María”. Se me pusieron los vellos de punta.
En la Plaza de la Lanza pido a algunos espectadores que me saquen objetos para pintar en los alrededores. Me presentan una foto de un perro al que querían mucho y también un gallo inglés. Cuando dibujé a la difunta perrita el can que era su hijo se acercó a olerle el ocio. Cuando acabé el gallo inglés se acerco un vecino para apuntarme que las patas me habían salido demasiado largas. Mi penúltima intervención fue en la calle San Miguel. En una casa donde vive actualmente el guitarrista Eladio Trigo dibujé una guitarra en su fachada. La última de todas: como la cosa iba de guitarristas se la dediqué al maestro Paco de Lucía. Quizás no tenga nada que ver en este entorno, pero pienso que Paco abrió las fronteras de este arte y por eso decido dejar aquí una referencia suya. Unos cuantos niños del barrio se pusieron a mi alrededor mirando a ver qué salía de aquellas manchas: les invito a adivinarlo. Uno de ellos se percató y cuando mencionó su nombre todos acabaron tarareándome Entre dos aguas. Buen final.
Sábado 14
Presentación del proyecto en el Centro de Interpretación del Castillo, donde se exhibe en un vídeo un resumen de lo que ha ocurrido en estos días. Xabier no durmió en toda la noche para la realización de ese material. Los poetas David Eloy Rodríguez y José María Gómez Valero dieron un pequeño recital de coplas populares. Ana la Yiya con la guitarra de Pedro Barragán entonaron un cante por soleá y otro por tientos tangos para invitarme a hacer unas pinturas en directo sobre un muro de alrededor. La cosa se ambienta y en la calle donde pinté el burro está Rosario “La Tremendita” con un cante por Soleá con su guitarra en mano. Hago otra intervención y acaba cantando Rosario al compás de Ana “La Yiya” y David Hornillos. En la plaza de la Lanza encontramos después a Tomás de Perrate con la guitarra de Amador Gabarri y todo está más que caldeado con los sonidos, los versos y los dibujos flamencos. Para finalizar vamos a la Plaza del Congreso, al fondo del barrio, mirando al Guadaíra. Una paella huele a gloría y El Niño Mauro y David Hornillo cantan por Soleá para dar constancia de la huella de Alcalá. Por allí, entre La Tremendita, Ana la Yiya, Tomás de Perrate, Luisa Triana, José María Gómez Valero, David Eloy Rodrígez, los vecinos del Barrio San Miguel y otros aventureros que presenciaron el evento, pasea Antonio que es el sobrino nieto de Joaquín el de la Paula,. Mucho calor, pero un gran día.
Conclusión: lo que más recuerdo es la actitud de la gente del barrio frente a las intervenciones, participando con su mirada, sus cuestiones, sus comentarios y una general aceptación de lo que ahí estaba sucediendo. ¿Es arte o no es arte lo que hemos hecho? El arte no es arte si no ha ocurrido ¿Qué mantiene vivo al arte y qué nos mantiene vivos frente al mundo? El éxito de esta propuesta es el acercamiento palpable de la pintura destinada a perecer en el tiempo, a ser tapada o repintada y, a su vez, creada para todos. Las obras realizadas, no irán a una colección particular ni a una tasación, son parte de las ruinas, de las paredes anónimas, de los rincones recónditos y de calles poco transitadas.
El barrio me ha ofrecido la sabiduría del pueblo acoplado a un enclave, de una gente que arraigó en un lugar e hizo ritual y cultura conformando su historia. Eso es lo que he querido reflejar en esas pinturas perecederas creadas para que, sin embargo, pervivan en la memoria.
El arte es aquello que hace que la vida
sea más importante que el arte.
Robert Filliou
(Manuel Moraga es periodista. Patricio Hidalgo, artista plástico)
El ciclo pictórico, poético y musical ‘Que hablen los muros’ ha sido promovido y financiado por el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra a través del Plan Urban, cofinanciado con fondos FEDER de la Unión Europea, y fue organizada por la productora de artes escénicas Endirecto FT en colaboración con la Asociación de Vecinos Tres Arcos. La iniciativa contó también con la implicación del Proyecto Flamenco en el Mundo, impulsado por Endirecto FT y la Asociación Flamenco en el Mundo.