Volvemos a Galicia y a una de las DO emblemáticas de esta Comunidad Autónoma: Rías Baixas. En la subzona del Condado de Tea encontramos un vino que aúna perfectamente el espíritu de la comarca y de la variedad albariño: en esta ocasión brindamos con Villanueva 2015, de la Bodega Pazo As Barreiras.
Texto: Manuel Moraga
Fotografías: Pazo As Barreiras.
Pazo As Barreiras es uno de los proyectos de la prestigiosa familia Villanueva, elaboradores del Carlos Villanueva (DO Ribeiro), que también fue tratado en esta revista. La trayectoria vinícola familiar arranca en 1961 cuando Obdulio Villanueva fundó la bodega Villanueva en la zona del ribeiro, apostando desde el primer momento por la calidad. De hecho, fueron de las primeras bodegas que se incorporaron a la DO Ribeiro, con un compromiso claro por dejar atrás aquella imagen de vino sin mucho fundamento que en tiempos persiguió a aquella zona. Más tarde, en 1996, la familia Villanueva dio otro gran paso fundando otra bodega en Rías Baixas: se hicieron con un precioso pazo del s. XVII y un viñedo de 10 hectáreas. En este Pazo As Barreiras nace el vino que nos ocupa hoy.
Las viñas del Villanueva albariño 2015 están en la subzona del Condado, es decir, a orillas del Miño, pero no tan cerca del mar como ocurre en O Rosal, sino más río arriba, más hacia el interior. Lógicamente esta situación lleva aparejada unas características diferentes: “Por ejemplo hay menos salinidad”, nos apunta Pablo Villanueva, director de la bodega. Otra peculiaridad de esta bodega es que, como decíamos, el viñedo está en una parcela única –cosa bastante difícil en Galicia- así que hay una cierta uniformidad. Se trata de terreno que mucho tiempo atrás fue río y, de hecho, el Miño pasa muy cerca de la finca. Así, el suelo tiene mucho canto rodado “que para trabajarlo es horroroso porque destroza las máquinas –comenta Pablo Villanueva- pero por otro lado tiene la ventaja de que mantiene el equilibrio del subsuelo y hace que sea muy agradecido para este cultivo y permite que la viña se desarrolle perfectamente. De hecho nosotros tenemos viñas muy viejas, que son las que utilizamos en concreto para el Villanueva albariño”.
También el clima es especial en la zona y la privilegiada orientación del viñedo hace que la uva vaya con un cierto adelanto en la maduración: en concreto suelen vendimiar unos 10 ó 15 días antes que en Ribeiro. La variedad, obviamente, es albariño, pero el bodeguero no descarta introducir otras variedades y poder así “incorporar al mercado un vino de la subzona del Condado utilizando la tipicidad de diversas variedades para seguir haciendo vinos diferentes”.
Como hacen también los Villanueva en el Ribeiro, todos los trabajos en viñedo son artesanos y el objetivo es siempre obtener la mejor uva posible, lo cual pasa por respetar al máximo la materia prima: “Es fundamental que el viñedo esté bien abonado, que esté bien cuidado, que no se le exija un alto rendimiento”. Es decir, se busca siempre la calidad por encima de la cantidad: “Cuando no eres una bodega de gran tamaño, sino una bodega familiar, pequeña, que vives exclusivamente de esto, tu distintivo ha de ser la calidad. Nosotros no vamos a vender millones de botellas ni las vamos a exponer en los lineales de los supermercados, sino que queremos estar donde la gente valore lo que nosotros hacemos como familia. Por eso nosotros solo creemos que la calidad”, concluye el bodeguero.
Calidad que, además de con los trabajos previos en el viñedo, también se logra seleccionando manualmente la uva en la vendimia y volviendo a realizar una segunda selección en bodega. Tras el despalillado, se baja la temperatura y se envía a macerar. Después pasa a prensado para extraer el mosto y a continuación éste pasa a depósitos para su desfangado estático con frío. A continuación se extrae por arriba el mosto virgen y éste es que se lleva a fermentar para elaborar los vinos de calidad. El vino pasa entre 6 y 8 meses en depósito de acero inoxidable, dependiendo de cómo haya sido el año “y lo mismo ocurre en botella: no todos los años evoluciona el vino igual. Por eso nosotros somos flexibles con los tiempos. En vino no es una materia exacta y 2 más 2 no siempre es 4”. Lo que esta bodega no hace, al menos de momento, son crianzas con los blancos “Porque pensamos que nos difumina mucho la realidad”, argumenta Pablo Villanueva.
Desde luego, cada bodeguero, cada enólogo, trata de materializar su ideal de vino, que resulta siempre de una combinación de ciencia y arte. La ciencia sirve para asegurarse de que la materia termine siendo el vehículo de una filosofía. Ciencia para transmitir conciencia: “Nosotros buscamos vinos que te sigan diciendo algo una vez tomado el trago. Buscamos vinos con una cierta complejidad, que tengan recuerdo, para bien o para mal. Habrá gente que no le guste, pero lo importante para nosotros es que nuestro vino se quede marcado en la memoria de quien lo pruebe, porque entendemos que lo peor que le puede pasar un vino es que no te deje nada, que pase sin pena y sin gloria. En realidad, esta idea la aplicamos como familia a todos los vinos que elaboramos”. El Villanueva albariño 2015 es un buen ejemplo de ese orgullo familiar.
Así es como la familia Villanueva ha logrado reunir el capital de prestigio que hoy le avala: a base de creer en la calidad. “Nosotros no somos una industria. Nosotros elaboramos productos para que la gente los viva, los sienta y los disfrute”, resume Pablo Villanueva. Y no le falta razón porque al fin y al cabo las macrobodegas cuentan en general con la solvencia de grandes capitales que entienden el vino como una fría inversión. Las bodegas familiares, artesanas, solo pueden competir a base de cariño y calidad, que no son tampoco magnitudes exactas pero el resultado de su suma casi siempre se aproxima a la excelencia.
Nuestra experiencia de cata
Comprobamos cómo es la albariño prácticamente en su expresión más natural. En este caso no hay crianzas que potencien determinados matices, sino la variedad al desnudo en esta zona del Condado. Salen los aromas a frutas blancas y también las notas cítricas y herbáceas, bien conjuntadas. Se nota que la maduración de la uva es óptima. En boca es refrescante, mineral y tiene incluso un toque amargo al final. Y aunque no tiene crianza, sí nos presenta una cierta complejidad que hace que cada trago no solo sea agradable, sino también interesante. Es un vino para tener con él una conversación inteligente. En definitiva, este Villanueva albariño 2015, de Bodegas Pazo As Barreiras, es un fiel retrato de la variedad y del entorno. Un vino con tal personalidad que nosotros señalamos como uno de nuestros mejores vinos de España.
¡Salud!
http://bodegasvillanueva.com/bodegas-pazo-as-barreiras/
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