Nuestra búsqueda de los Mejores Vinos de España nos lleva por primera vez a la cada vez más sorprendente DO Jumilla. Uno de los vinos más reconocidos en premios, puntuaciones y críticas es el Juan Gil Etiqueta Plata. Nosotros catamos la añada de 2014
Texto: Manuel Moraga
Fotografias: Gil Family Estates
Hace exactamente 100 años, en 1916, Juan Gil Jiménez construyó la primera bodega familiar. Hoy su nombre es toda una institución en el mundo del vino. Nombre que sus sucesores se han encargado de defender, generación tras generación, con la mejor de las armas: la calidad de sus vinos, que ya no solo encontramos en Jumilla, sino que nacen en diferentes zonas como Montsant, Calatayud, Almansa, Rueda, Castilla y León y Rías Baixas. Juan Gil Guerrero, Juan Gil González y actualmente Miguel Gil Vera ha sido –son, en el caso de Miguel Gil- los relevos generacionales que han sabido aunar el mejor saber hacer tradicional con la incorporación de las tecnologías más modernas. Pero de nada servirían éstas si no hubiera pasión por el vino y un escrupuloso respeto por el trabajo bien hecho. Buena prueba de ello es el Juan Gil Etiqueta de Plata.
Juan Gil Etiqueta Plata surge de viñedos situados fundamentalmente en el paraje de La Aragona, al noroeste de la DO, entre los 750 y los 850 mts de altitud. Es prácticamente la transición entre el Levante y la Mancha y se trata de una zona geográficamente muy accidentada, con mucha montaña, con muchos valles y, microclimas diferentes: esas particularidades, al final, se traducen en que los viñedos también se comportan de formas muy distintas. Hablamos de plantas muy viejas y con clones muy autóctonos de la variedad monastrell, que es la protagonista absoluta de este vino.
Los suelos son muy calizos y pedregosos, y por tanto, muy pobres, es decir, ideales para producir uva de calidad. Y el clima es uno de los más secos de España, así que la planta se adapta y exprime al máximo la humedad del suelo. “Ha habido cosechas, como la de 2012, en las que desde la floración hasta la recogida de la una no cayó una gota de agua; es decir, hubo uvas que no conocieron el agua en toda su vida, lo cual ha sido para nosotros algo muy sorprendente: cómo un viñedo de secano que no ha recibido agua ha sido capaz de sobrevivir a un año tan seco. Parece imposible, pero están perfectamente aclimatadas a una climatología y a unos terrenos sumamente adversos”, nos comenta Miguel Gil.
El viñedo se trabaja siempre de forma manual y sin procedimientos químicos. Por lo demás, un viñedo tan viejo regula perfectamente su producción, de manera que no es necesaria poda en verde ni ninguna otra labor encaminada a mejorar la calidad de la uva. La que da ya es óptima “son uvas pequeñas, en racimos pequeños, que dan una intensidad aromática y una potenciación de color realmente espectacular”, añade Miguel Gil.
En bodega, “la idea es no estropear la uva que se ha conseguido en el viñedo, así que se trata de ser lo más respetuosos posible en el proceso de elaboración”. Así, la fermentación se hace con un cuidadoso control de la temperatura y con levaduras seleccionadas autóctonas, seleccionadas tras un proceso de investigación que costó años. La segunda fermentación, la maloláctica, ya la hace en barrica de roble francés, donde descansa –según las características de cada año- entre 10 y 14 meses. Para el coupage se destinan otros dos meses en acero inoxidable, y tras el embotellado transcurren otros dos mess más antes de sacarlo al mercado. Y todo, siempre, en aras de un objetivo muy claro: “se trata al final de que la uva se transforme en un vino sin perder la identidad de la variedad. Por eso procuramos no añadir ni interferir con ningún otro producto que pueda hacer que esa identidad se pierda”.
No olvidemos que hablamos de la monastrell, que una uva muy característica del ámbito mediterráneo y, especialmente, de esta parte del levante. Jumilla la mayor superficie de cultivo de todo el mundo. “Nosotros hemos entendido que la fortaleza de nuestra zona estaba en la variedad. En todo el mundo se elabora cabertet, merlot, syrah, etc., variedades internacionales que funcionan muy bien en otras partes del mundo, pero en muy pocas zonas del mundo funciona bien la variedad monastrell. Esa fortaleza es la que hemos querido trasladar a nuestra comercialización entregando vinos que son muy personales y muy difíciles de imitar en otras zonas. Y además, independientemente de su concentración y complejidad son vinos muy amables”, afirma Miguel Gil.
Nuestra experiencia de cata
Probamos Juan Gil Etiqueta de Plata 2014. En nariz es una explosión de fruta. Aromas de frutas del bosque combinadas con los tostados de la madera que hacen que ya sea muy goloso en esa fase. Pero también notamos frescor y elegancia en esa concentración. No son aromas pesados, ni mucho menos. Todo lo contrario. Además, destaca esa mineralidad afilada y elegante característica de la caliza. En boca encontramos esas mismas sensaciones, además de estructura. Y efectivamente, aunque es un vino complejo es muy fácil de beber. Es sedoso. El tanino está muy pulido y tiene un punto de equilibrio muy interesante entre dulzor y frescor. En definitiva, un vino muy sensorial que pasa muy fácilmente y que satisface, sin duda, a todos los paladares: desde los más expertos a los más profanos. Desde luego la familia Gil ha sabido interpretar con gran acierto el alma de la monastrell, extrayendo lo mejor de la variedad y dejándola que exprese íntegramente su mensaje con la elegancia digna de un poeta. Juan Gil etiqueta Plata es un monumento a la monastrell.
¡Salud!
El equipo de recreatuviaje.com realiza la sección ‘De Vinos’ en el programa ‘Degustar España’ dirigido por Paloma Zuriaga en Radio 5 Todo Noticias (Radio Nacional de España) los sábados de 12:05 a 12:30.
