Por segundo año consecutivo se ha celebrado en el mes de Septiembre “La cata del barrio de la estación”. En solo dos ediciones la cita parece haber adquirido la categoría de clásico, de tal forma que lo que cuesta creer hoy es cómo ha vivido hasta ahora Haro sin este evento. Mirado de otra forma, aquí ya no cabe la marcha atrás
Texto: Txusa Karra
Fotografías: La Cata del Barrio de la Estación
Un poquito de historia: en la creación de este barrio se unen dos circunstancias, por un lado la crisis del vino francés durante el siglo XIX debida a la epidemia de filoxera y oídium, no olvidemos que hasta entonces Francia era el mayor exportador de vinos del mundo. Los bodegueros franceses de la zona de Burdeos aterrizan en La Rioja buscando vino e impulsando esta comarca vitivinícola en España. Por otro lado, la revolución industrial pone nuevos recursos en manos de los almacenistas para transportar el vino con el ferrocarril de Tudela a Bilbao y es en torno a la estación donde se construyen los inmuebles de estos viticultores franceses. De forma paralela, inversores vizcaínos comienzan a construir bodegas en este barrio. Hoy en día no existe ningún resto de aquellos almacenes franceses, pero sé quedan las bodegas que construyeron dichos inversores. Son siete las bodegas que se instalan en el Barrio de la Estación, la primera fue la de López y la última Roda. La cronología fue:
- 1877 Bodegas López Heredia.
- 1879 CVNE.
- 1886 Bodegas Gómez Cruzado.
- 1890 Bodegas La Rioja Alta, S.A.
- 1901 Bodegas Bilbaínas.
- 1932 Bodegas Muga.
- 1987 Bodegas Roda.
Así pues, en este espacio se encuentra el mayor número de bodegas centenarias del mundo, que se dice pronto. Y esta es una circunstancia que tarde o temprano tendría que convertirse en un recurso, en una atracción de primer orden para los amantes del vino y su cultura. Sin ningún género de duda, nuestros vecinos del norte ya habrían explotado esta circunstancia desde hace mucho tiempo, si la hubieran tenido, claro.
Esta tradición centenaria es todo un capital que, lejos de inmovilizarse, ha sabido estar al tanto de la evolución sin por ello perder ni un ápice de su personalidad. “En los últimos tiempos no falta quien va casi que atropellando a buscar la última moda, y quizás esto ha hecho que se pierda la atención en aquellos que siempre nos hemos caracterizado en hacer las cosas muy despacio, muy al detalle. Sin embargo, en Rioja, en Haro y en este Barrio de la Estación estamos permanentemente en ese último grito: no necesitamos irnos a buscar nada porque solo en estas 7 bodegas el amante del vino puede encontrar cubiertas todas sus expectativas y, además, elaboradas con una gran precisión, bien hechas, con la nobleza de una zona grande en términos de vocación vitícola. Cada una de las bodegas tenemos nuestro estilo, somos complementarias y venimos haciendo grandes vinos desde hace mucho. Eso es lo que queremos enseñar con esta iniciativa”, afirma Juan Antonio Leza, presidente de la Asociación para el Desarrollo Turístico del barrio de la Estación, entidad que promueve este acontecimiento.
Y verdaderamente es así. Estas bodegas hacen vinos que perduran “por mucho que hayan pasado modas en estos 150 años aquí tenemos un estilo común, un estilo que busca la finura y la elegancia más que la estridencia, y eso perdura porque la gente lo toma, lo recuerda y lo vuelve a buscar. Siempre vamos introduciendo pequeñas variaciones porque los gustos también evolucionan, pero aquí mantenemos un estilo que conserva nuestra identidad. Esa es nuestra garantía de sostenibilidad en el tiempo”.
La primera de las dos Jornadas estuvo dedicada a los profesionales del mundo del vino: restauradores, distribuidores, hosteleros, sumilleres, propietarios de vinotecas, periodistas especializados, etc. Este año, además, los profesionales pudimos asistir a una divertida e instructiva Master class impartida por Pedro Ballesteros, Master of Wine. Básicamente se trataba de crear coupages basados en las diferentes características del vino de Rioja, y fundamentalmente de Haro y su entorno: coupages basados en las diferentes variedades, en las diferentes crianzas, en las distintas expresiones dentro de cada variedad o de cada terroir, etc.
Por su parte, la segunda jornada, la del sábado 17 de septiembre, se dedicó al público: con una entrada que por 50€ (incluso menos, a través de la venta anticipada), los asistentes pudieron degustar 14 vinos, tomar 7 tapas y disfrutar de diferentes actividades en las bodegas: música en directo, demostraciones de tonelería, etc. De hecho, otro de los objetivos de esta Cata ha sido destacar que el mundo del vino es mucho más que el disfrute de beberlo, es toda una cultura como nos comentaba Juan Antonio Leza: “El vino es un modo de vida de muchísima gente: cultivar la viña ya es un arte, buscando un equilibrio en la planta, interpretando la añada, la meteorología, etc. Y una vez conseguida la uva en el punto de equilibrio buscado, el bodeguero o el enólogo se encuentra como un pintor ante un lienzo en blanco que tiene en su mano distintas herramientas para trabajar. Cada vino tiene su propia elaboración y sacar el resultado final tiene un punto de arte que es lo que hace tan noble a este producto”.
Unas 5000 personas se concentraron en este espacio en torno al mundo del vino. Incluso desde diferentes ciudades (San Sebastián, Bilbao, Pamplona, Madrid y Votoria) se facilitó el transporte, así que se evita el peligro de tener que conducir y eso siempre es un plus de disfrute.
Desde luego, los bodegueros se volcaron con el público y con los profesionales para mostrarnos lo mejor de su trabajo. Definitivamente creo que es una iniciativa muy interesante para la promoción del vino de Haro, y por extensión, de Rioja y también para que el público aprenda el complejo proceso que se lleva a cabo para elaborar un vino de calidad. La visita a estas bodegas, que están en edificios emblemáticos de Haro, nos ayuda también a entender la historia de una ciudad y de una comarca cuya fuente de riqueza durante siglos ha sido el vino.
