La ribera del Duero no solo es realidad. Es también futuro… Futuro para quien sepa leer el pasado y el presente. Una casa de labranza de casi cuatro siglos de antigüedad tiene todos los ingredientes para ese necesario maridaje entre tradición e innovación. La clave es la ilusión ¿o el idealismo? De todo un poco, seguro, pero sobre todo nos encontramos un espacio ideal para conocer la mejor Ribera y la mejor compañía. Esta es nuestra experiencia de un gran fin de semana en Casa El Agapio.
Texto: Txusa Karra y Manuel Moraga
Fotografías: Manuel Moraga y Casa Agapio
Agapio viene de ágape. Hasta ahí todo bien. Pero en este caso resulta que Agapio también era el nombre de uno de los hijos de una familia bien de Olivares de Duero. Se cuenta que el tal Agapio era un tanto visionario. Hoy, la casa de labranza de la familia de Agapio es en Centro de turismo Rural Casa El Agapio, que está situado en plena ribera del Duero, para ser más exactos, en Olivares de Duero, Valladolid. Es, como decimos, una casa de labranza y tiene nada menos que unos 370 años de antigüedad. Lógicamente está modernizada pero conserva la estructura de las antiguas casas castellanas. El inmueble ofrece todas las comodidades para pasar unos días de descanso. Sus 7 habitaciones (6 dobles y una individual) son muy confortables, bastante espaciosas, todas tienen cuarto de baño (muy completo, por cierto, incluso con albornoces) y están decoradas con mucho gusto. Cada habitación tiene un toque diferente. Su capacidad total es de 15 personas.
Cocina tradicional actualizada y, sobre todo, bien hecha
La estructura es la de una típica casa de labranza castellana, con su corral (convertido en patio), su pozo, su horno tradicional de leña… Y además, El Agapio cuenta con una casa de comidas donde Alfredo te puede deleitar con su quehacer en la cocina: guisos de cuchara, platos tradicionales actualizados (como las mollejas con gambas y setas), asados tradicionales (Alfredo es un maestro asador curtido en grandes restaurantes como el Molino de Palacios de Peñafiel), sus ricos aperitivos (muy recomendable la cecina y el queso, por ejemplo), sus postres totalmente caseros… Todo excelente y a buen precio. El comedor está muy bien acondicionado y cuenta con una buena cava de vinos. Además tiene un bar abierto diariamente donde también puedes picar sus tapas ¡tapas que son gratuitas!
El concepto gastronómico se basa en el producto, lo más local posible, y por tanto, en la temporalidad: buen lechazo, buena verdura, buenas legumbres… Y buen vino. Hablando de vino, Casa el Agapio dispone de una estupenda enoteca y además la ofrece para catas o encuentros de negocios con bodegueros. La enoteca dispone además de productos de la zona y de la región (embutidos, etc.).
Descanso activo
Sigamos con la descripción. En el primer piso la casa tiene un salón fantástico donde podemos descansar al calor de la antigua chimenea de la casa: un rincón de lo más acogedor. Y desde la planta baja puedes acceder al antiguo patio de la casa, rodeado de flores y plantas, lugar que invita a sentarte a disfrutar de los atardeceres estupendos que nos ofrece esta zona, acompañados por el sonido de la fuente. Este patio es un lugar ideal para realizar reuniones e incluso actuaciones de pequeño formato. De hecho, se está en ello. Estaremos pendientes.
En este sentido, hay que destacar que Casa El Agapio no es solo una casa rural: es un centro de actividades, porque sus responsables te pueden gestionar todo tipo de servicios: no solo actividades en la naturaleza (canoas, paseos a caballo, senderismo, rutas en bici, etc.) y visitas a bodegas sino que la propia Casa tiene como filosofía organizar eventos en torno a la cultura y las tradiciones: “la pintura, la fotografía o la literatura siempre tendrán un espacio en nuestra casa” nos dice Ana Lasunción, responsable del centro. Sumémosle a ello el mundo del toro, del flamenco o del blues, por ejemplo. Todos esos ámbitos, y muchos más, están en los proyectos del Agapio.
Si te interesa el arte, lo tienes cerca: la Iglesia de San Pelayo (en el mismo Olivares) cuenta con un magnífico retablo del siglo XVI de autor desconocido, pero de gran calidad. Esta misma iglesia cuenta con una preciosa talla de Cristo en la Cruz, obra de Juan de Juni. Y a pocos kilómetros de Olivares podemos visitar el Monasterio de Santa María de Valbuena, de estilo cisterciense edificado en el siglo XII. El monasterio se encuentra perfectamente rehabilitado y fue sede de las Edades del Hombre. El conjunto es de gran belleza y vale la pena visitarlo.
Un lugar de encuentro
En nuestra opinión, Casa El Agapio ofrece una muy buena relación calidad precio, tanto en el alojamiento como en la restauración. Y todo ello se acompaña de un servicio esmerado. Ana Lasunción, una emprendedora ejemplar, tiene ya sus experiencias en el mundo de la restauración. El restaurante Karola Etxea de Algorta –toda una referencia- está también en manos de su familia. Muy viajada, muy formada y tremendamente ilusionada, Ana Lasunción recoge el testigo de la antigua Casa El Agapio, que se abrió hace unos 12 años, pero que sus anteriores responsables tuvieron que abandonar por circunstancias familiares.
Este centro de actividades surge con la filosofía de la atención personalizada al cliente, al viajero. Para Ana, lo principal es que esta casa se convierta en un lugar de encuentro en el que se pueda dormir y comer, pero también disfrutar de un buen vino y, sobre todo, de una buena conversación. Así de sencillo. Así de difícil de encontrar. Esta soñadora que se arriesga en los tiempos que corren –ella dice que son los mejores momentos- no solo lo hace por sí misma, por “crear un proyecto personal”, sino también “por responsabilidad social: hay que crear empleo”.
Algo de visionaria también tiene esta mujer. Pero, ciertamente, la ilusión, el idealismo, y la imaginación son las mejores recetas para acometer proyectos de futuro.
www.casaelagapio.com