Sant Joan de Labritja es un paradisíaco municipio del norte de Ibiza. Lo sigue siendo a pesar del nefasto incendio de la primavera de 2011 que calcinó buena parte de su término. Sus montes y costas harían las delicias los amantes del senderismo. Así se debió pensar desde su Ayuntamiento: una feliz idea que casi inexorablemente se materializa en la pérdida, desorientación y disgusto del aventurero senderista.
Texto y fotografías: Manuel Moraga
No es el primer año que intentamos recorrer los senderos que se nos propone en las tierras altas de la isla de Ibiza, pero esta tarea está abocada casi sistemáticamente al fracaso… o al término de la ruta guiados de nuestra propia orientación y experiencia, porque a falta de mapas y señalizaciones fiables, la intuición termina siendo el mejor aliado el caminante. Esta penosa situación alcanza más gravedad cuando nos enteramos de que desde el año pasado, el Ayuntamiento ha apostado decididamente por la oferta senderista disponiendo balizas e imprimiendo folletos con los esquemas de las rutas. Este empeño se mezcla con el de algún o algunos otros desconocidos amantes del senderismo en la isla que desde hace ya tiempo se tomaron la molestia de señalar –en la medida de sus posibilidades- estos recorridos.
De la iniciativa institucional dan fe una ridícula cantidad de balizas de madera, dispuestas a veces en lugares poco o nada visibles para aquellos caminantes que buscan el acceso a las rutas desde las carreteras. Y lo que es peor: hemos detectado balizas enclavadas de con tan poco fundamento que inevitablemente confunden a la hora de seguir el camino correcto. Lo más probable es que las personas encargadas del posicionamiento físico de tales balizas ni tengan ni la capacidad de ponerse en la piel del senderista, ni –en ocasiones- la más remota idea de hacia dónde tiene que dirigir al caminante.
Súmese a este despropósito el seguramente desinteresado trabajo de algún amante del senderismo y demostrado conocedor del terreno que hace ya algún tiempo fue señalando con flechas –generalmente azules- pintadas algunos de estos recorridos. El problema que se plantea el caminante es si estas señales azules guardan o no relación con las rutas que propone el ayuntamiento de Sant Joan. Unas veces sí, y otras no. La duda se mete en la mochila del senderista y se añade a la que genera el folleto institucional en el que en un mínimo espacio se plantean únicamente los esquemas –y casi en miniatura- de estas rutas.
Hay que tener en cuenta, además, que en la zona norte de la isla es habitual la dispersión poblacional, con los que cada poco tiempo el caminante se topa con cruces de caminos que ante la falta de señalización, terminan muchas veces en viajes de ida y vuelta: ida hasta un caserío privado donde muere el camino elegido, y vuelta al cruce. Y estamos hablando del mejor de los casos, pues para complicar aún más la vida, el camino errático elegido puede no terminar y seguir hasta que el senderista aprecia que la dirección dominante no coincide con la que debe seguir el trazado descrito en el mini-plano institucional. Estas desagradables situaciones se evitarían con una señalización constante y rigurosa.
No sabemos si el presupuesto para balizas se quedó corto o se fue perdiendo entre los intermediarios del proyecto, pero lo cierto es que estas balizas se encuentran solo en los primeros y los últimos metros de cada recorrido. En medio, la nada informativa. Con un poco de suerte, alguna flecha azul que uno no sabe si seguir o no por los motivos antes comentados. Y es una pena, porque hablamos de casi 20 senderos que recorren espacios protegidos con paisajes de gran belleza que el senderista, en su gran mayoría, suele apreciar y respetar, además de contribuir al mantenimiento de esos senderos muchas veces centenarios.
No es que uno sea un expertísimo senderista que pase su vida en el monte, pero no es menos cierto que son muchos ya los senderos ya pateados, y en espacios de orografía compleja como País Vasco: Asturias, Pirineos, Gredos, sierra de Madrid, Serranía de Cuenca, etc., etc., y, desde luego, puedo afirmar que la señalización de los senderos aquí reseñados es manifiestamente mejorable. Aplaudimos, por tanto, la iniciativa de ampliar la oferta senderista en esa maravilla de isla que es Ibiza, pero al mismo tiempo, animamos a los responsables de la señalización de estos recorridos a un mayor y mejor empeño en su ejecución, porque hoy por hoy, resulta prácticamente imposible no perderse en los senderos de Sant Joan de Labritja.
No obstante, y para no terminar este artículo con mal sabor de boca, hay que destacar la riqueza paisajística de rutas como la de Es Cuirans-Ses Formigues-Cala de San Vicent, la que pasa por el faro de Portinax o la que parte de Cala Benirrás para llegar al Port de San Miquel y vuelta por el interior. Con uno de esos planos, paciencia e intuición se puede disfrutar perfectamente el senderismo en el norte de Ibiza.
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