Podrás ser un ingenioso hidalgo, un caballero andante o un fiel escudero, quizás el importante gobernador de una Ínsula o una bella Dulcinea, vivirás hazañas, sentirás tradiciones y recorrerás en plenitud todo lo que la naturaleza y el ser humano pone a tu alcance.
Belén Guerrero
Enclavada en un lugar privilegiado, Mota del Cuervo se abre paso ante la mirada atenta del viajero que busca incasablemente aquél “lugar de la Mancha”.
Descubrimos así, un interesante pueblo manchego, que sin perder sus raíces, avanza inexorablemente hacia el futuro de la mano del tiempo.
Transitamos pausadamente por las tranquilas calles de la villa, mientras somos recibidos por la amabilidad y sencillez de sus habitantes. En ellas encontramos muchos puntos de interés patrimonial, religioso y cultural, como la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel del siglo XV, declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento, al igual que “La Tercia”, edificio emblemático que data del mismo siglo e igualmente declarado Bien de Interés Cultural.
Un agradable paseo por toda la población, nos deriva a conocer más en profundidad, parte de la historia que ha quedado guardada entre los muros de las muchas ermitas que pueblan nuestro recorrido, entre ellas, las dedicadas a San Sebastián, Santa Rita, Santa Ana, la del Valle, y la de Manjavacas. Además, todo el casco urbano está salpicado de casas señoriales, enmarcadas en los siglos XVII, XVIII y XIX.
No debemos dejar de visitar, el Ayuntamiento, el Hospital de Pobres, y el Convento del Verdinal, edificios importantes a destacar.
Continuamos el caminar, mientras nuestra mirada se desvía hacia la parte más alta del pueblo. Siete vigías se erigen imponentes, coronando así, el conocido como “Balcón de La Mancha, que muestra al viajero, la belleza inusitada del lugar. Cada domingo de mes, si el tiempo lo permite, “El Gigante” despierta de su letargo, y hace girar sus aspas para moler el trigo, como antaño hiciera. La ruta del Quijote a su paso por Mota del Cuervo, nos ofrece un sinfín de aventuras y emociones, que serán difíciles de olvidar.
Dejamos la población atrás, porque Manjavacas y su leyenda nos esperan.
Blanquea en la lejanía, a 7 km del pueblo, la hermosa ermita donde nuestra Patrona reposa durante todo el año, a expensas de que, el primer domingo de agosto, los moteños vayan en su busca, para celebrar la emotiva “Traída” (romería declarada de Interés Turístico Nacional). Una conmovedora carrera, que recorre la senda de los sentimientos, mientras Ntra. Sra. de la Antigua de Manjavacas, vuela hacia Mota del Cuervo, a hombros de sus “anderos”. Quince serán los días que se quede en la localidad, días en los que se festeja, la “feria y fiestas”,con diferentes actos, dirigidos a todo tipo de público. Y después, el tercer domingo de agosto, regresa de nuevo a su ermita, de igual forma, pero bajo los intensos rayos del sol de mediodía, que acompañarán durante todo el trayecto, a lo que se conoce como, “La Llevada”. Innumerables son las festividades que se conmemoran a lo largo del año, algunas de carácter pagano, como el carnaval, y otras con un marcado sentido religioso, como la Semana Santa.
Situado al sur del término municipal (8-10 km), la naturaleza deja entrever su particular diversidad, ofreciéndonos un entorno importante, que muestra al visitante una riqueza ecológica sin igual. El complejo lagunar de Manjavacas, incluido dentro de los Humedales Manchegos, destapa su atractivo, dando a conocer al viajero, el extraordinario valor, natural, científico y paisajístico de la zona. Declarada por la Unesco, reserva natural de la Biosfera e incluida en la Red Natura 2000, al igual que forma parte del convenio sobre humedales de importancia internacional, la Laguna de Manjavacas, es también, zona de especial protección para las aves y refugio de fauna. Cerca del lugar, encontramos una encina milenaria de impresionantes dimensiones. Encina, que proyecta su gigantesca sombra para deleite y descanso del visitante.
El buen yantar se hace presente en la gastronomía moteña. Imprescindible es degustar, uno de los platos más típicos del lugar, la famosa “caldereta de cordero”, su particular sabor, seguro que no dejará indiferente a nadie. Intensificamos su aroma, con un buen vino de la tierra, ése que nace de los inmensos viñedos, y que siempre han sido parte importante del sustento de la población.
Acabamos nuestro viaje y nos despedimos de Mota del Cuervo, pero lo hacemos con una sensación intensa, la de querer regresar.
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